miércoles, 19 de marzo de 2014


Angelitos
Héctor Béjar

Los grandes y pequeños exponentes del neoliberalismo son descubiertos conforme pasa el tiempo. Salinas de Gortari ha quedado vinculado a la mafia del PRI que mandó asesinar a Colosio. Menem sigue enjuiciado en Argentina. Fujimori está preso en el Perú. Pinochet la pasó bien en vida pero ahora está demostrado que fue un ladrón.

La lista sigue. AlfonsoPortillo, ex Presidente de Guatemala recibió dos y medio millones de Taiwán a cambio de reconocer a esa isla. Fue absuelto en Guatemala pero condenado en los Estados Unidos.
Los hijos políticos de Vicente Fox son ahora enjuiciados en los Estados Unidos por hacerle la trampa a City Group Banamex aprovechando tráfico de influencias con Pemex para la empresa Oceanografía de los Fox
Los grandes y equeños exponentes del neoliberalismo so descubiertos conforme pasa el tiempo.

domingo, 16 de marzo de 2014

Tony Benn

Héctor Béjar

El mundo manipulado de hoy fabrica estrellas falsas y oculta valores verdaderos. Uno de estos últimos valores fue Anthony Benn, conocido en Inglaterra como Tony Benn. Acaba de fallecer en Londres a los 88 años. Le dedico esta columna porque, a pesar de su importancia, es desconocido en el mundo latinoamericano donde, por pereza intelectual, se ignora a la izquierda radical europea que continúa activa y vigente. Sintetizo los comentarios de la prensa inglesa.
Benn fue por décadas líder de la izquierda del laborismo inglés. Fue orador, jefe de campañas, periodista, insider y outsider.
Ingresó al Parlamento en 1950 a los 25 años. Fue ministro de tecnología, industria y energía en los gobiernos de Harold Wilson y James Callaghan. Nació lord en una familia aristocrática y renunció a su título nobiliario.
Fue derrotado muchas veces, pero nunca cedió al realismo político. Supo estar en la política sin rendir sus principios y salir de ella cuando fue necesario. Utilizó su influencia por todos los medios: publicaciones periodísticas, conferencias, ferias literarias, oratoria.
Lideró las campañas contra la invasión de Irak, encabezando las más grandes demostraciones habidas en Inglaterra en el siglo XX bajo el lema Stop the War (Detengan la Guerra), en 2003.
Profundamente cristiano, estuvo contra las jerarquías anglicana y católica. Socialista, se mantuvo siempre dentro de las tradiciones de la izquierda de su partido, con una posición sindicalista, proteccionista, antinorteamericana, anti nuclear, en oposición al centrismo claudicante y modernizador de los Blair y Felipes González, que estuvo tan de moda en los ochenta. Esos “socialistas”, que en su tiempo sirvieron de modelo al oportunismo latinoamericano de izquierda, acompañan, ignoran y justifican hasta hoy los crímenes de los imperialismos. No lo hacen gratis: todos son multimillonarios.
A diferencia de ellos, Benn perteneció a la generación de constructores de la Europa contemporánea con democracia y justicia social. Fueron ejemplo de esa generación los francoalemanes como Stephen Hessel, los holandeses Johannes Pieter Pronk y Sjef Theunis, el sueco Olof Palme, el comunista italiano Renato Sandri y muchos otros.
Ante el impacto del thatcherismo, no perdió la fe en el radicalismo de izquierda. Se mantuvo firme contra la vacuidad moral de la clase política que estaba perdiendo contacto con el pueblo.
Su primera lealtad no era al partido sino a la causa del internacionalismo, la solidaridad y la igualdad, que proveen el aspecto ético del compromiso político.
La preocupación de sus detractores fue que Benn no estaba quieto a su edad avanzada. Él estaba convencido de que solo había algo definitivo: el socialismo, y no renunció como otros, ni a esa gloriosa palabra ni a su contenido revolucionario. Abogó por los débiles contra los fuertes, los pobres contra los ricos, los trabajadores contra el capital. Sostuvo que somos más eficaces cuando trabajamos colectivamente. Denunció que estos principios eran amenazados en la política británica, y él los mantuvo vigentes con su ejemplo personal. Aunque finalmente fue marginado, mantuvo su coraje y dio coraje a sus seguidores.
A diferencia de la mayoría de políticos, para quienes la democracia es una coartada que oculta sus negocios y enriquecimiento, él tomaba en serio el potencial de la democracia para cambiar el mundo. Esta rara cualidad explica por qué estuvo entre los pocos líderes políticos del siglo XX que se convirtieron en más y no menos radicales a lo largo de sus carreras.
Fue señalado por la derecha como el hombre más peligroso de Gran Bretaña. Esto no lo silenció. Por el contrario intensificó sus conferencias en cientos de distintas audiencias en que planteó las posibilidades radicales de la democracia. Fue radical, pero no extremista.
Como Mandela, como Martin Lutero King, pertenece al tipo de iconos que son demonizados en vida y santificados después de muertos, para asimilarlos al estatus quo. Aquí recuerdo al Benn radical.

Su libro Calor de un sol otoñal. A Blaze of Autumm Sunshine (London: Random House 2014) contiene sus diarios que abarcan la política inglesa desde 1940 hasta 1990. 
Imperios cansados

Héctor Béjar
www.hectorbejar.com

Afganistán, Irak, Libia, Siria, Egipto, Ucrania, Irán, Venezuela. Diferentes pueblos. Distintos problemas. Pero hay una sola estrategia del gobierno de los Estados Unidos, la CIA y la OTAN: detener a los países emergentes, reconquistar América Latina empezando por Venezuela, aislar a Rusia en este momento y a China más adelante.
Las primaveras han desembocado en inviernos; los inviernos en infiernos de anarquías o nuevas dictaduras.
En Egipto el ejército desalojó a los Hermanos Musulmanes. Libia es pasto de  bandas. En Túnez, después de tres años en estado de emergencia, gobiernan las fuerzas armadas y cuerpos de seguridad. Afganistán e Irak están controlados por talibanes y chiítas respectivamente.
En Venezuela se insiste en derrocar a Maduro combinando manifestaciones incesantes, una campaña mundial de calumnias y el ensayo (fracasado) de una intervención de la OEA.
Las elites occidentales dicen que combaten a las dictaduras pero son socias de las monarquías absolutas de Arabia Saudí y Catar, o apoyan a gobiernos como el de Robert Mugabe (genocida de Zimbabue con treinta años en el poder), así como antes respaldaron a Mobutu, Suharto, Pinochet, Amin, Marcos, Duvalier, Bokassa y otros criminales.
El mundo se parte en dos. Los gobiernos que contradicen a las transnacionales y los poderes que quieren derribar a esos gobiernos. Una guerra de empresas, de servicios de inteligencia, medios de comunicación y de masas en la calle.
La histeria es alimentada en vastas regiones del globo para una nueva caza de brujas internacional contra quienes quieren cambios en el sistema neoliberal.
Decenas de guerras locales causan millones de víctimas. Con Putin, Rusia resurge y defiende su identidad y área de influencia. En su ignorancia, los medios occidentales no han notado que en la espectacular clausura de las olimpiadas de Sochi, un coro de mil niños y niñas cantó el himno de la Unión Soviética. Leales a su racismo antieslavo, las potencias occidentales quieren humillar a Rusia. Europa Occidental no quiere a rusos, polacos, rumanos, gitanos, búlgaros, turcos y demás gentes del este “bárbaro”.
La independiente Ucrania debe 1,800 millones de dólares a Gazprom por el  gas que no paga hace cinco años. Debe 16,500 millones de dólares al FMI porque vive de los préstamos occidentales.
¿Y dónde está el dinero de Ucrania? Lo tienen los supermillonarios que se quedaron con las empresas de la Ucrania soviética, fábricas que producen aviones y misiles, naves de transporte como el Antonov y naves espaciales, todo aquello que la Rusia soviética construyó y ahora es propiedad privada. Según el Instituto de problemas de Gestión Gorshenin de Ucrania, la mitad de miembros de la Rada, cámara de diputados, son representantes del capital. Ellos son el nuevo gobierno "democrático" ucraniano, tan corrupto como el de Yanukovich, otro de esos millonarios de la noche a la mañana.
Los imperios enseñan los dientes y las garras pero están exhaustos. El Reino Unido solo tiene deudas. Francia sigue enredada en sus aventuras africanas y pide auxilio a sus socios. Estados Unidos ha invertido en echar abajo a Yanukovich pero no parece dispuesto a financiar al gobierno de Yatseniuk sino con migajas, por más que Obama diga otra cosa. Le piden a Alemania que ponga el dinero. Pero ya la Merkel sugirió que se forme una mesa de donantes incluyendo a China.
Rusia tiene el gas, China tiene el dinero y Alemania es el tronco que todavía sostiene a una Europa en quiebra. Lo demás son cuentos.
Quienes corrieron a dividir Yugoeslavia ahora se oponen a la división de Ucrania, Crimea y la región de Donetsk, centro de la minería de carbón y de la siderurgia. Quienes mantienen Guantánamo y el Gulag de la CIA dicen defender los derechos humanos. Quienes sostienen o toleran dictaduras sangrientas y corruptas dicen que quieren instaurar la democracia.
Rusia siempre estuvo allí donde ahora está. Los ucranianos siempre estuvieron allí. Los rusos y bielorrusos siempre estuvieron allí. En cambio ¿Qué tienen que hacer los Estados Unidos en esa complicada historia?