jueves, 27 de febrero de 2014

Hood Robin

Héctor Béjar
www.hectorbejar.com

¿Recuerdan cuando Irlanda era uno de los milagros neoliberales? A fines de los noventa, junto con Australia y Nueva Zelanda, fue modelo de desmantelamiento del Estado y apertura de mercados. Al cabo de veinte años, el desastre ha dejado al descubierto su base corrupta.
En 2008 el gobierno irlandés invirtió 5,500 millones de euros en salvar a los tres bancos más importantes y compró el Anglo Irish Bank, que estaba en quiebra. No hubo la misma bondad para la gente. Hubo despidos masivos, bajas en las pensiones y reducción de servicios públicos para pagar la deuda de los ricos por la cual los pobres no tenían ninguna responsabilidad. Y hasta ahora no salen del pantano.
El juicio contra tres ejecutivos del Anglo Irish Bank en Dublin, Irlanda forma parte de la historia de crímenes financieros en Europa. Es el segundo caso, después de Islandia, en que los ejecutivos hasta ahora impunes son enjuiciados.
Ellos cobraron enormes sumas por asesorías para comprar el Banco Anglo Irlandés entre 2006 y 2008. La compra fue un fracaso.
Sean Quinn, el hombre más rico de Irlanda, se prestó billones desde el banco durante el boom del llamado “Tigre Celta”. El motor del crecimiento era el sector inmobiliario. Cuando los precios de las propiedades colapsaron, Quinn fue a la bancarrota y  fue salvado con dinero público que los irlandeses están pagando.
Entre las personas que recibieron asistencia de los tres ejecutivos del AIB están el hijo de Sean Quinn y su madre Patricia.
Cerca de 35,000 millones de euros de los contribuyentes fueron a dar al banco en 2008  para rescatarlo del colapso. Cuatro veces más dinero de  lo necesario. Un audio escuchado en el juicio revela a John Bowe, uno de los ejecutivos, riendo y bromeando acerca del rescate, sobre el dinero “cogido de mi trasero”. También son escuchados haciendo bromas sobre los contribuyentes alemanes y europeos.
 Mark Zepezauer y Arthur Naiman (Zepezauer, Naiman. Take de Rich off Welfare. New York: South End Press 2004) muestran cómo, en la época de Reagan, los ricos mordieron la parte del león de los gastos públicos. Depreciaciones de capital, liberaciones fiscales, subsidios a los combustibles, apoyo a los precios, rescates financieros y perdón por los fraudes fiscales.
Los costos de la protección de los ricos son tres veces y medio los costos de la protección de los pobres en los Estados Unidos. Es el wealthfare, el Estado del Bienestar de los ricos, diferente y opuesto al welfare, el bienestar de los pobres que está siendo desmantelado.
El estado norteamericano funciona como un Robin Hood al revés. Los ricos pueden meter sus manos en el dinero de la gente sin que eso sea visto como un robo.
En un artículo publicado en The Guardian el 22 de enero pág. 12, Simon Jenkins hace una lista de subsidios a la agricultura, a las granjas, a la compra de casas, exoneraciones tributarias, y muchos otros que los ingleses llaman “beneficios”.

La totalidad de las industrias están en la ruta de los beneficios. La educación de las clases altas está subsidiada por los pobres, por la clase media, estudiantes y profesores, con millones de libras al año. La industria de la construcción es un monumento a la plutocracia pública, sigue diciendo Jenkins. Se embolsaron nueve mil millones de libras con las olimpiadas y esperan ganar dos mil millones más con el Terminal Tres del Aeropuerto de Heathrow. Son altísimos subsidios. El gobierno de los conservadores contrató 55,000 empleados más el año pasado. El gobierno laborista gastó 70,000 millones de libras esterlinas en consultorías durante diez años, que fueron a parar a consultoras privadas como KPMG, Deloitte, Serco, McKinsey y otras. Todo se hace con cargo a una deuda que se va acumulando. Juntas las deudas pública y privada del Reino Unido llegan al 500% del PBI. Entre laboristas y conservadores están destruyendo Inglaterra. La escandalosa vida de los ricos de hoy se está haciendo con cargo a que los pobres paguen hoy y mañana con pérdida de pensiones y  salarios de miseria. 

martes, 18 de febrero de 2014

Stuart Hall

Héctor Béjar

Stuart Hall, profesor, teórico cultural y promotor de campañas, uno de los grandes de la cultura latinoamericana, dejó de existir esta semana en Londres.
Nació en Kingston, Jamaica en 1932. Llegó al Reino Unido en 1951 como parte de la inmigración promovida por el gobierno inglés cuando, después de la guerra, muertos millones de combatientes, necesitaba mano de obra para las fábricas y los servicios públicos. Vivió y sufrió la discriminación racial que los ingleses de la época ejercían contra negros y asiáticos a quienes ellos mismos habían llamado a trabajar en el país. Querían que trabajen pero no que vivan con los ingleses ni que compartan viviendas, restaurantes, plazas públicas ni centros de diversión.
Hall descifró sistemáticamente los códigos racistas explícitos e implícitos, abiertos y encubiertos. Los denunció e hizo campañas contra ellos. Enfocó sus análisis en las cuestiones de la raza y el poscolonialismo y en la teoría desde el punto de vista de los inmigrantes en la Gran Bretaña.
Fue uno de los iniciadores de los estudios culturales. Éstos residen en una insistencia en lo popular, los niveles bajos de la expresión cotidiana que son subestimados o ignorados por la cultura convencional. Él trazó las tendencias del poder y la política desde la cultura. Trabajó  teoría literaria, lingüística y antropología cultural para analizar las nuevas y diversas culturas juveniles, los medios populares de expresión, y las identidades étnicas a través de la revelación e interpretación de sus códigos al tiempo que ponía al descubierto y denunciaba los códigos de la derecha política y económica que se enlazan con el sentido común.
En 1964, fue invitado por Richard Hoggart, fundador del Centro de Estudios Contemporáneos, a enseñar en la Universidad de Birmingham,  “la fábrica del mundo” la ciudad industrial más importante del Reino Unido. Una ciudad poblada de inmigrantes.
Llegó a tener una enorme influencia como teórico, conferencista y profesor universitario. Combinó imaginación, rigor teórico, investigación y sutileza.
Fue una figura de gran influencia en la formación de la nueva izquierda inglesa vinculada con el mayo francés y la izquierda de la escuela alemana de Francfort. Estuvo entre los fundadores de la New Left Review de la que fue el primer editor, revista de gran calidad que sigue apareciendo hasta hoy.
Cuando triunfó Margaret Thatcher en 1979, se convirtió en profesor de sociología en la Open University, un experimento de educación democrática y abierta usando internet, donde trabajó hasta 1998.
Enfatizó y analizó el rol del racismo en la política de Thatcher. Hizo campaña por la justicia racial. Sostuvo que Inglaterra estaba lejos de ser inocente de racismo.
En alianza con artistas jóvenes y creadores de nuevas expresiones cinematográficas exploró la subjetividad negra. Trabajó con la gente joven de la Asociación de Fotógrafos Negros y el Instituto Internacional de Artes Visuales. Fundó en el este de Londres una institución dedicada a la educación en temas multiculturales, fotografía y arte contemporáneo.
Fue pesimista acerca de lo que está sucediendo en el mundo pero optimista acerca de lo que la voluntad humana puede hacer y así lo demostró con su vida. Que ahora Inglaterra se reconozca a sí misma como un país multicultural y que las expresiones racistas estén prohibidas y sean castigadas se debe, en gran parte, a hombres como Hall.
Los libros de Stuart Hall son: Resistencia a través de los rituales (1975); Cultura, medios y lenguaje (1980); Política e ideología (1986); El duro camino a la renovación (1988); Nuevos Tiempos (1989); Diálogos críticos en estudios culturales (1996). Pocos están traducidos al castellano debido a la incomunicación entre la América española y la caribeña. Pero desde una mirada latinoamericana integral, si queremos construir una Patria Grande común que incorpore nuestras raíces indígenas, portuguesas, españolas, árabes, asiáticas y africanas, el pensamiento de Hall es indispensable.


viernes, 14 de febrero de 2014

¿Y después del 2015, qué?


Héctor Béjar


No conforme con las muertes francesas en Mali y el secuestro de franceses en Camerún, Francois Hollande anuncia una intervención directa de Francia en Siria. Como los mercenarios no pueden con Assad, ahora podrían entrar tropas regulares francesas e inglesas. Aliados con los extremistas musulmanes, acusan de criminal al gobierno de Assad pero la verdad es que ambos bandos rivalizan en ferocidad. Mientras los gobiernos invierten cientos de millones de dólares en una intervención ilegal y una defensa que no reconoce límites en los derechos humanos, los promotores de la invasión dan mendrugos para que las Naciones Unidas atiendan a los refugiados que ellos mismos lanzan a Jordania.
En escenario paralelo, los tecnócratas hablan de superar la pobreza que sus políticas mantienen y crean. El ciclo de lucha contra la pobreza en el marco de las Naciones Unidas se acerca a su fin con resultados modestos o inexistentes. Empezó en 1995, cinco años después de 1990, el año cumbre del Consenso de Washington, cuando los gobiernos decidieron disminuir la pobreza a la mitad el año 2000;  y culminará en 2015. ¿Y después qué? Mientras hacen correr la sangre en regiones del mundo, han abierto una consulta mundial y pretenden que la sociedad civil diga algo cuando ya ellos decidieron seguir en lo mismo.
Están muy preocupados en medir la pobreza. Pero no miden la riqueza. Favorecidas por la especulación, el tráfico y el dinero entregado por los gobiernos a los bancos, las fortunas llegan a millones de millones. Según Vincent Navarro, el Banco Central Europeo ha dado desde el 2011 más de un millón de millones de euros a la banca privada a 1% de interés para que ésta preste a los estados al 6%. El Quarterly Review del Banco Internacional de Pagos asegura que 87 bancos mundiales recibieron 350,000 millones de dólares entre 2008 y 2010 para que paguen sus deudas.
Afganistán, Irak y Libia han sido destruidos. Estados Unidos mantiene un gulag internacional de torturas. La abolición de los derechos laborales para millones de trabajadores se extiende. Los monopolios explotan sin límite los recursos naturales y humanos del planeta mientras sus capitales circulan por cientos de paraísos fiscales. En Lisboa, Atenas, París, Madrid, Barcelona, los indignados llenan las calles. Gritan sin ser escuchados. Esas voces no llegan a los palacios ni gabinetes de las Naciones Unidas.
Una nueva conciencia crítica ha surgido A Noam Chomsky, Naomí Klein, Viviane Forrester, Daniel Estulin, Eduardo Galeano, Samir Amin, Joseph Stiglitz, se suman ahora el canadiense John Ralston Saul (El colapso de la civilización y la reinvención del mundo, RBA Libros, 2012) y el catalán Vincent Navarro (Los amos del mundo, las armas del terrorismo financiero, ESPASA 2012).  Pero claman en el desierto. No están en el Panel de Alto Nivel que discute a puertas cerradas qué hacer más allá del 2015.
En junio 2012 el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas publicó el documento The United Nations Development Strategy Beyond 2014.
Se plantea escapar al reduccionismo economicista en que han caído las tecnocracias y los gobiernos. Ellos padecen el síndrome estadístico y, como señala el documento, viven en un gran vacío teórico: muchas cifras y pocas ideas. Y todavía menos voluntad política.
En los años que vienen, según el documento, el mundo deberá enfrentar los siguientes desafíos.
Declinación de la fertilidad e incremento de la longevidad. Vidas más largas, más viejos con pensiones míseras o en el abandono.
Inmensa desigualdad. Más  riqueza concentrada e insolente.
Menos nieves, menos agua, menos aire limpio.
Las manifestaciones populares continuarán demandando justicia. ¿Alguien escuchará?
Hace muchos años, Amartya Sen dijo: si el gobierno de un país pobre anhela mejorar las condiciones de vida, será muy necio si pretende lograrlo mediante la elevación del PBI en vez de perseguirlo directamente por medio de la política pública y el cambio social.


La utopía de los dos grados

Héctor Béjar
www.hectorbejar.com

Calentar el planeta solo dos grados contando desde la era industrial, sigue siendo el clamor de los científicos frente a los políticos y los empresarios que se reúnen una vez más en Davos y repiten generalizaciones. El incremento ya alcanzó 0.8 grados centígrados desde el siglo XX. El año 2013 estuvo entre los más calurosos desde 1859 cuando empezaron los registros, según Michel Jarraud Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial OMM con sede en Ginebra, Suiza, que se alista para la Conferencia Científica abierta sobre el Clima Mundial que se reunirá en agosto de este año para trazar lo que nos espera los próximos diez años. En mar y tierra, la media del año pasado 2013 estuvo 0.48 grados centígrados por encima de la media de 1961 – 1990. El nivel del mar ha subido tres milímetros por año desde 1993.
Las facciones luchan dentro de la Comisión de la Unión Europea antes de la conferencia sobre el clima que tendrá lugar en París el próximo año. En su edición del 23 de enero The Guardian de Londres informa que Ed Davey, Secretario de Energía y Cambio Climático, se opone a los objetivos de energía renovable, pero ha sido rebasado por los representantes de Alemania y Francia que apoyan la renovación del sistema energético.  Alemania está implementando un cambio radical desde la energía atómica hacia energías renovables. La Unión Europea se propone reducir sus emisiones en 40% para 2030.
Las febriles actividades de la especie humana, su incontrolada reproducción (se prevé llegar a nueve mil millones de personas en 2045, setenta por ciento vivirán en ciudades que se duplicarán en número en los próximos veinticinco años), su tendencia a sobrepasar los límites que la naturaleza le permite, han alterado el funcionamiento de muchos mecanismos naturales entre los que se encuentra el clima.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático IPCC, presentará este año 2014 el diagnóstico más completo que se haya conocido sobre este problema. Se analizará cuatro escenarios posibles hasta el 2100 dependiendo de la cantidad de gases que se emita hacia la atmósfera hasta llegar a los catastróficos 4.8 grados centígrados. Escrito por 250 científicos, y revisado línea por línea, el primer volumen se presentará en setiembre de este año, en Estocolmo.
Según el Instituto Blacksmith que hace una lista de las ciudades más contaminadas, después de Linfen y Tianjin en China (productoras de plomo), Sukinda en la India, donde dos millones de personas beben agua  con residuos no tratados y barro mezclado con mercurio (un 60% de su agua está compuesta de cromo que es explotado a cielo abierto), Vapi en la India, que concentra depósitos de desechos químicos e insecticidas,  está La Oroya en el Perú con 99% de sus niños con plomo en sangre y cerebro, retraso en crecimiento y dificultades de aprendizaje. Son las ciudades más contaminadas del planeta.
El estudio sobre las emisiones urbanas de efecto invernadero que será publicado este año en la revista Enviroment and Urbanization acaba con la creencia convencional de que son solo China y los países asiáticos en desarrollo industrial aquellos que producen peor impacto ecológico. Austin Tejas en los Estados Unidos de América emite 24 toneladas de gases de efecto invernadero por persona al año, debido al uso de aire acondicionado y su denso transporte automotor.
Según National Geographic, la temperatura media de la tierra podrá llegar hasta veintisiete grados centígrados, ahora tiene catorce. Para ese entonces habrán desaparecido Buenos Aires, la costa de Uruguay y la Florida. San Francisco será una bahía, sufrirán Venecia, Londres, Barcelona y los Países Bajos.

Parece imposible que estas tendencias cambien. No será una revolución social la que acabe con el capitalismo industrial sino la reacción de la naturaleza. La contradicción fundamental ya no es entre proletariado y burguesía sino entre capitalistas industriales, poblaciones depredadoras y ecosistema.