lunes, 12 de enero de 2015

No solo es Chile, es Pinochet
Es el pinochetismo el que domina la economía peruana

Hector Béjar

Mientras la derecha estigmatiza a los antisistema, la oposición elude ser llamada antisistema. La derecha no quiere que la llamen derecha sino centro y la izquierda teme que le digan antisistema porque la palabra está desprestigiada por la derecha como sinónimo de extremismo y locura. Es el mito que han creado.
Una gran parte del pueblo tiene miedo. Cree que si se mueve el sistema las cosas van a ser peores. Están preocupados por la inseguridad, indignados con la corrupción, atormentados por los bajos salarios, pero tienen miedo, miedo a lo que puede venir. Más vale malo conocido que bueno por conocer, piensan los conformistas.
La sociedad peruana de hoy es la sociedad del miedo. Miedo a los ladrones, a los asaltantes y miedo a que las cosas cambien.
En los noventa, cuando Fujimori asumió la presidencia, sus emisarios marcharon a Washington para comprometerse a despedir trabajadores, pagar la deuda con más deuda, endeudarse más y rematar las empresas del estado a los dueños del capital.
Poco después los miembros de la CONFIEP marcharon a Chile para ofrecer a los capitalistas chilenos las empresas que no les pertenecían a precio de saldos y retazos. Morales Bermúdez ya había vendido diez años antes la primera flota pesquera del mundo, la de Pescaperú, a los pesqueros chilenos.
¿Quiénes compraron en el remate? Empresas españolas y chilenas.
No fue Chile, no fue el pueblo chileno el que compró. Compraron en su nombre, con su dinero, las empresas de la derecha chilena, los pinochetistas de la UDI Unión Demócrata Nacional y Renovación Nacional. Compraron con los ahorros de los chilenos.  
Fueron LAN, Edelnor, Edelsur, Ripley, Saga Falabella y otras empresas, las que aprovecharon la oferta fujimorista.
Los peruanos pensaron que la economía chilena estaba tan bien después de Pinochet que podía comprarse el Perú completo. Chile era un éxito, se dijo y repitió hasta el cansancio, y debía ser imitado.
El fantasma de Pinochet invadió el Perú y todavía nos habita a través de LAN, Ripley, Saga, etc.
Pero las empresas chilenas no usaron su dinero sino el de los ahorros de los chilenos apropiado por las AFP que fueron creadas por el pinochetismo. Ahorro forzoso entregado a los empresarios a cambio de una probable jubilación que cuando llegó resultó que no alcanzaba para vivir, tal como sucede en el Perú. Los chilenos tardaron treinta años en darse cuenta de que las expectativas que habían tenido no coincidían con la realidad.
En los ochenta Pinochet se fue pero el pinochetismo se quedó en el Parlamento con los representantes vitalicios del ejército con derecho a veto y en las finanzas con las AFP. Al ejército le dieron un porcentaje fijo de las exportaciones de cobre. A los empresarios les dieron las AFP, los ahorros de la gente. Dinero y armas frente a la democracia de los partidos. La de Chile fue –y todavía es--, una democracia limitada, vigilada. El dinero y las armas los tiene la ultraderecha.
Pero el Perú ha imitado a Chile y no solo tiene AFP sino que a partir de agosto la empresa Habitat, también chilena, confiscará los ahorros de cinco millones de trabajadores eventuales, empezando por los primeros quinientos mil.
Son cinco grupos monopólicos (contando a Habitat) que se han apropiado del constante e inagotable ahorro de cuatro millones de personas a cambio de una pensión. Sus cotizantes son los indios tributarios de hoy.
Son en este momento cuarenta mil millones de dólares que tienen las empresas de los millonarios vía los bancos ¿de quiénes? Pues de los dueños de las AFP. Esto es inmoral, pero está en la ley, forma parte del “modelo”. No trabajaron, no crearon riqueza, ni siquiera construyeron una burguesía nacional. Simplemente, se apropian del dinero de la gente y se prestan ellos mismos para sus negocios. Y esos negocios son rentables porque también son forzosos, tienen consumidores cautivos, no tienen competencia: la luz, los teléfonos. Por eso hay ingente dinero para construir edificios, centros comerciales, casinos, por todas partes. A eso que da una impresión de bonanza, se le llama crecimiento económico. Pero todo está basado, no en la inversión del dinero de los capitalistas (ellos trabajan con el dinero de otros, no lo sacan de su bolsillo), sino en la “administración”, léase apropiación, del dinero de los ahorristas.
Con ese dinero, los monopolios financian a los perros del hortelano dispuestos a morder al primer antisistema que se atreva a cuestionar el orden que han establecido.
En suma, dominan las finanzas, la televisión, radio y periódicos; y compran a los políticos y líderes de opinión.
¿Qué les está quedando a los peruanos? Nada. Todo es de los extranjeros, las minas, las empresas, las tierras, las playas. Y en el poder está el cogobierno de los empresarios peruanos y chilenos, liderado por estos últimos. Son los empresarios chilenos los que mandan.
¿Por qué las AFP no prestan dinero a sus ahorristas adelantando la jubilación?
¿Por qué no entregan el dinero ahorrado en vez de tratar a los ahorristas como a niños?
¿Por qué el Estado no invierte en una buena educación?

¿Por qué no respalda a las pequeñas empresas de los peruanos?


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