sábado, 5 de marzo de 2016

VENEZUELA, CHÁVEZ
Ponencia presentada en el Conversatorio que
recordó los tres años de la muerte de Hugo Chávez

Héctor Béjar


Tuve las primeras referencias sobre Hugo Chávez en 1989, por mi amigo Andrés Soliz Rada, quien era en ese entonces Director de la Agencia France Presse en La Paz Bolivia y asesor del comunicador y líder popular Carlos Palenque, conocido como el Compadre, fundador del partido Conciencia de Patria. A la cabeza de miles de hombres y mujeres aimaras, Palenque  rompía el dominio político del MNR de Víctor Paz y Juan Lechín y estremecía la política boliviana. Fue el antecedente del fenómeno Evo Morales.
Soliz Rada, quien sería años después el primer ministro de energía de Evo, me mostró una entrevista hecha a un Teniente Coronel venezolano llamado Hugo Chávez Frías en una revista argentina después del Caracazo de 1989, en que éste argumentaba una posición radicalmente diferente al neoliberalismo en auge en esos años. Las declaraciones eran notables por su novedad y valentía: nadie se atrevía a cuestionar en aquellos días de Fukuyama, los dogmas neoliberales que Pinochet, Thatcher, Reagan, paradigmas de las derechas latinoamericanas mostraban, cual modelos exitosos que el mundo debía seguir. Estaba por iniciarse la época del consenso de Washington.
Después pude ver a Chávez en México en 1991 durante su destierro. Nos alojábamos en el mismo lugar y lamento no haberlo abordado para conversar sobre su país y América Latina, porque estuvimos a pocos metros de distancia en el lobby de aquel hotel. Un ingeniero desconocido para la política peruana, Alberto Fujimori, acababa de derrotar a la estrella mundial Mario Vargas Llosa y había desencadenado un shock tan despiadado como el que Carlos Andrés Pérez lanzó sobre el pueblo venezolano. Debilitado por el terrorismo de Sendero Luminoso, el pueblo peruano no había reaccionado como el de Caracas. No tuvimos caracazo sino inanición, impotencia, angustia.
Ocho años después, en diciembre de 1999, cuando se aprobó la nueva Constitución venezolana, Carlos Franco, mis compañeros y yo, fuimos en el Perú los primeros en publicar un suplemento especial dedicado a Venezuela en el número 86 de nuestra revista Socialismo y Participación. Incluimos artículos de Gabriel García Márquez, Tomás Eloy Martínez, el tucumano autor de La novela de Perón y Santa Evita; un texto de Ignacio Ramonet y un violento ataque de Mario Vargas Llosa.
García Márquez decía en el artículo El enigma de los dos Chávez: …el Presidente se despidió con su abrazo Caribe y una invitación implícita. Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más.
Todos dudaban, tenían desconfianza. Incluso Gabo.

UNA PARTE DE LA IZQUIERDA NO QUERÍA A CHÁVEZ

Acosada por el neoliberalismo, marcada por las dictaduras sangrientas de Pinochet, Garrastazú y Videla, la izquierda latinoamericana no quería a Chávez. Estuve presente cuando el Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre en 2001, promovido por organizaciones brasileñas próximas al PT de Lula,  entonces candidato a la Presidencia por tercera vez, le negó la entrada; y él tuvo que hablar en una inmensa manifestación realizada en otro coliseo, lejos de donde se reunían las luminarias que empezaban a oponerse a la globalización capitalista. Como creían en el paradigma de la democracia parlamentaria europea, especialmente la española del Pacto de la Moncloa y el PSOE, no querían a Chávez; veían en él a un caudillo y un militar, un proyecto de autócrata. El modelo era todavía Felipe González, un atildado político europeo, no un militar mulato como Chávez, que hablaba fuerte y con acento caribeño, y decía las verdades, no eufemismos. Sonaba mal, estaba fuera del contexto deseado. El denominado populismo latinoamericano era condenado por los latinoamericanos.
No era un problema nuevo. Tampoco Perón, Torres, Torrijos y Velasco fueron queridos por esa izquierda. El teórico argentino Ernesto Laclau, cuyos amigos murieron en las guerrillas de Salta, ha escrito sobre esa posición su bello y profundo libro La razón populista, en que explica finalmente cómo, detrás de la palabra populismo, se esconde un desprecio aristocrático por las heterogéneas y morenas masas latinoamericanas.
A iniciativa de Linda Lema formamos junto con el general Rodolfo Robles Espinoza, el que denunció arriesgando la vida la existencia del criminal Grupo Colina, el historiador Juan José Vega y el pintor Ángel Chávez, el primer grupo peruano de apoyo a la revolución bolivariana; y como miembros de ese grupo asistimos al Congreso Anfictiónico llevado a cabo en la Universidad de Panamá. Llegó un avión lleno de entusiastas venezolanos y con ellos tuvimos varios días de discusión.

CHÁVEZ FUE UNA EXCEPCIÓN

Una de las características del mundo contemporáneo es que han desaparecido las figuras carismáticas, singulares. Dirigentes opacos, mediocres, se han hecho cargo de gran parte del mundo, aceptan y promueven guerras criminales, matan y hacen matar a miles de personas en medio de la indiferencia del planeta. Son las gentes que los propietarios del sistema capitalista mundial necesitan para que administren sus intereses. Esos gobernantes son dóciles con los grandes y duros con los débiles. Hugo Chávez fue la excepción, es el héroe latinoamericano de estos días y como tal, pasará a la historia.
Chávez logró la hazaña de obtener el respaldo de la mayoría del pueblo venezolano a una posición y actitud revolucionaria, ganó especialmente a los pobres, que vivían trepados a los cerros de Caracas en una miseria indescriptible en uno de los países más ricos del mundo por su petróleo, la Venezuela saudita, la del Punto Fijo. Puso encima de la mesa los verdaderos problemas de América Latina. Sobrepasó  largamente por su franqueza y audacia la posición correcta de entonces: la línea reformista de la democracia cuyo modelo era la Concertación chilena. Sin generar competencias o rivalidades en el campo democrático, se planteó objetivos más audaces, latinoamericanos y universales, más ambiciosos que el indigenismo de Evo o la revolución ciudadana de Correa.
Lo que distinguió históricamente a Chávez fue su capacidad de liderazgo en América Latina, la estrategia de unidad continental independiente del poder imperialista, que él planteó. Mencionó repetidas veces la palabra imperio que nadie se atrevía a pronunciar en los medios oficiales. Volvió a hablar fuerte y promover revolución.
Para América Latina, su desaparición significó la partida del líder, el hombre capaz de guiar a nuestros países a una coordinación práctica, con sentido.  Con su muerte prematura ha desaparecido, esperamos que solo temporalmente, ese liderazgo que nuestra región necesita.


LOGROS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

En Venezuela, Chávez:
Ganó 13 consultas comiciales presidenciales, regionales y municipales.
Triunfó en seis referendos.
Organizó un sistema electoral automatizado, uno de los más avanzados del mundo.
Logró incorporar un voto voluntario de 19 millones de electores con 80.99% de participación en 2013.
Organizó 40,000 consejos comunales, 1401 comunas, 1294 salas de batalla, 28791 movimientos sociales, 71521 organizaciones populares.
Convirtió a Venezuela en Territorio libre de analfabetismo según la Unesco. Logró reducir a 2.5% la desnutrición en menores de 5 años.
Mantuvo la educación y la salud gratuita como objetivos y realidades principales de su gobierno.
Organizó 886 infocentros para información tecnológica. 3 millones de computadoras en manos de niños escolares. Todo para que la tecnología informática sea transferida al pueblo.
Benefició a 2 500 000 pensionados.
Convirtió a Venezuela en país líder en CELAC, UNASUR, ALBA, PETROSUR, PETROCARIBE y Banco del Sur[1].
Logró construir un millón de viviendas para el pueblo. En diciembre de 2015 la revolución bolivariana entregó en la Parroquia Caña de Azúcar del estado de Aragua la vivienda número un millón construida por la Gran Misión Vivienda.
Pero sobre todo: recuperó PDVSA, una de las petroleras más grandes del mundo; y la mantuvo en y para Venezuela. Eso es lo que no le perdonan.




UNA PERSONA, UNA VIDA

Chávez nació en Sabaneta, Barinas, un pueblo del llano el 28 de julio de 1954; murió en Caracas el 5 de marzo de 2013.
Fue jugador de béisbol, monaguillo, aficionado a la pintura, la música, buen cantante, recordamos sus canciones ante las multitudes, gran lector, conocedor de la literatura y el teatro. Gran orador. Tiene, decía García Márquez en el artículo citado, un gran sentido del manejo del tiempo y una memoria con algo de sobrenatural que le permite recitar de memoria poemas de Neruda o Whitman y páginas enteras de Rómulo Gallegos.
Ingresó al Ejército Nacional de Venezuela en 1971, en pleno proceso revolucionario peruano, cuando el Perú estaba bajo el gobierno de Juan Velasco Alvarado, militar al que siempre admiró. Frecuentemente llevaba en uno de los bolsillos  de su casaca el pequeño libro azul con las Bases ideológicas de la revolución peruana.
Fue un hombre culto. Profesor  de estudios superiores. Hizo una maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar en 1989 y 1990.
No fue un aventurero de la política ni un outsider electorero. Casi veinte años antes de llegar al poder, a los veintitrés años, fundó, con otros cinco colegas militares, el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, MBR-200, en conmemoración de los doscientos años del nacimiento de Bolívar en 1783. Con los capitanes Felipe Acosta y Jesús Urdaneta repitieron, actualizándolo, el juramento de Bolívar en el Monte Aventino: hasta que rompamos las cadenas que nos oprimen y oprimen al pueblo por voluntad de los poderosos.
Después del Caracazo en 1989, intentó, junto con otros militares del MBR-200, un golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez. Fracasó.
Estuvo encarcelado durante dos años y fue indultado por el presidente Rafael Caldera.
Fue candidato a la Presidencia de la República en 1998 con el apoyo del Movimiento V República (MVR) y se convirtió en presidente en 1999.
Fue Presidente de la República Bolivariana de Venezuela desde el 2 de febrero de 1999 hasta su muerte en 2013. Durante esos catorce años logró que cambie la conciencia del mundo político y de gran parte del pueblo latinoamericano cuando planteó el objetivo de lograr el Socialismo del siglo XXI.
En el gobierno, Chávez no dejó de luchar, desde el primer momento hasta el último día de su vida. Lo hizo siempre movilizando al pueblo.
En el comienzo, convocó a redactar una nueva Constitución que fue aprobada en 1999 por un Referéndum con más del 80% de votación.
Una nueva campaña popular culminó en un segundo referéndum constitucional que ratificó la nueva Constitución con el 71,78% de los votos.

Se casó dos veces. La primera con Nancy Colmenares, con la que tuvo tres hijos: Rosa Virginia, María Gabriela y Hugo Rafael.  Después casó con la periodista Marisabel Rodríguez, madre de su última hija, Rosinés. Se separó  de ella desde 2003.

Rompiendo los prejuicios instalados por la guerra fría, en septiembre 2001 convocó en Caracas la Segunda Cumbre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). A finales de octubre recibió en la capital a Fidel Castro. A principios del 2001 realizó una gira por el Asia, buscando relaciones con los países emergentes.
Logró hacer aprobar mediante un Decreto Habilitante del Congreso, la Ley de Tierras,  (Reforma agraria), una nueva Ley de Hidrocarburos y la Ley de Pesca entre otras 49 leyes. La Fedecámaras y la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), se opusieron. La oligarquía venezolana, los adecos y copeyanos, se movilizaron contra él.
Cuando declaró que en Afganistán "No se puede combatir el terror con más terror" Estados Unidos llamó a su embajadora en Caracas y se convirtió en su enemigo. Para los Vargas Llosa, Toledo, García, de la Rúa; para los Felipe González y Castañeda, Chávez se convirtió en el mismo demonio. Fue el diablo latinoamericano de esta época. Chávez no excluye al diablo de su agenda revolucionaria, decía Tomás Eloy Martínez.
Una campaña multimillonaria y despiadada fue desencadenada contra él.
EL GOLPE DE 2002

En enero de 2002 renunció Luis Miquilena, su ministro del Interior y antiguo líder de la marxista URD Unión Republicana Democrática. El 5 de marzo, Fedecámaras, la CTV, la Universidad Católica Andrés Bello y la cúpula de la Iglesia Católica, firmaron un pacto contra Chávez.
El 11 de abril,  el general Efraín Vásquez, comandante del ejército venezolano, apareció en la televisión rodeado por altos mandos y anunció que a partir de esos momentos desconocía a Chávez como presidente. Este grupo de militares puso como fugaz presidente al industrial  petroquímico venezolano Pedro Carmona, Presidente de Fedecámaras, la CONFIEP venezolana.
Carmona derogó las 41 leyes dadas por el gobierno de Chávez, destituyó todos los poderes del Estado, cerró el canal estatal de televisión y rompió la cooperación con Cuba.
La República de Lima tituló su revista dominical del 14 de abril del 2002 llamando a leer un artículo firmado por Oscar Miranda: Autócrata venezolano cavó su propia tumba. Los demócratas venezolanos resolvieron la crisis en las calles…el régimen despótico disfrazado de democracia reveló su verdadera sustancia: la de una dictadura asesina y criminal…Y una leyenda debajo de la foto en colores: Pedro Carmona, el hombre en cuyas manos está el futuro del país.
El diario cayó en el ridículo. Cuando el suplemento salió aquel domingo al público, Chávez ya había sido restituido en el poder por el pueblo. No pudieron evitar la circulación de sus mentiras.
Chávez fue restituido en el poder por una masiva movilización popular.
Entonces se produjo el paro petrolero y la oposición se atrincheró en la Plaza Altamira de Caracas entre diciembre de 2002 y febrero de 2003.
Toda la vida de Hugo Chávez fue de lucha. Toda la vida de la revolución bolivariana que él empezó y que ahora continúa es de combate. No es de conciliación ni de traición. En medio de un continente de medias tintas, ellos optaron enfrentarse a los poderes que dominan nuestras naciones y llamar a las cosas por su nombre. Esa actitud dividió a Venezuela en dos polos: el revolucionario y el contrarrevolucionario.
La última elección realizada con Chávez en vida se realizó el domingo 16 de diciembre de 2012, cuando eligieron a los gobernadores de cada entidad federal y a los legisladores a los Parlamentos de éstas, optando para el período 2012-2016. Los resultados oficiales dieron una victoria del PSUV en 20 de 23 gobernaciones de estados y mayoría parlamentaria en 22 de 23 consejos legislativos estadales. La oposición obtuvo tres gobernaciones y un consejo legislativo (Amazonas). Henrique Capriles, el líder de la oposición, mantuvo la gobernación de Miranda. Estas fueron las primeras elecciones regionales venezolanas en las que el presidente Chávez no pudo hacer campaña por sus candidatos desde 1998. Había sido atacado por el cáncer.
Debido a su delicado estado de salud, Hugo Chávez delegó la mayoría de sus responsabilidades en su vicepresidente Nicolás Maduro, hoy Presidente de Venezuela Bolivariana.
En marzo de 2013, tuvo que regresar a la lid y hacer campaña padeciendo un agresivo cáncer cuyo verdadero origen algún día se conocerá. Fue un héroe y un mártir durante sus últimos meses. 

La Revolución Bolivariana vive hoy momentos dramáticos. Contra Venezuela y contra el recuerdo de Chávez continúa y se agudiza la guerra económica, política y mediática que los poderes establecidos le declararon desde el comienzo.
Yo tengo una posición crítica respecto de lo hecho y dejado de hacer por los gobiernos progresistas de América Latina porque creo que debemos estar atentos a sus errores y limitaciones.
Está a la vista que esos gobiernos se salieron del libreto marcado por el imperio, aprovecharon una coyuntura favorable para orientar la economía de sus países en un sentido popular.
No quisieron o no pudieron ir más allá. Venezuela fue la excepción y está pagando el precio. Brasil y Argentina distribuyeron ingresos en una etapa propicia, favorecidos por los altos precios de las materias primas. Pero aplicaron políticas económicas keynesianas e inflacionarias que, desde mi punto de vista, deben ser revisadas, no para sustituirlas por medidas monetaristas y friedmanianas, sino desde la perspectiva del cambio revolucionario. El gran John Maynard Keynes cuestionó la economía capitalista clásica y neoclásica: pero lo hizo en países capitalistas como Inglaterra y Estados Unidos para resucitar el capitalismo enfermo de recesión, no para construir socialismo.

LÍMITES Y AMENAZAS PARA LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS

Los gobiernos progresistas están amenazados por el poder militar, económico y mediático de los dueños del mundo, limitados por economías débiles y colonizadas y por pueblos alienados y faltos de conciencia. Por eso no llegaron a tocar la base de la injusticia social y del poder de las oligarquías en América Latina: las inmensas fazendas del Brasil, el poder de la oligarquía soyera en Argentina y Uruguay, el ejército pinochetista en Chile, el poder terrateniente en Ecuador, estructuras de la propiedad de la tierra y de los recursos naturales que son la base del poder imperial. Solo Chávez y Venezuela se animaron a pasar el límite cuando recuperaron PDVSA y convocaron al poder popular con una agenda abiertamente socialista. Pero la base petrolera es efímera, variable y endeble en términos históricos. Y es difícil pensar que la introducción abusiva y criminal del petróleo de esquisto no hayan sido instrumentos de la manipulación imperial contra la Rusia de Putin y la Venezuela de Maduro.
Es difícil decir todo esto desde un país como el Perú, en que los izquierdistas no hemos sido capaces de superar nuestros propios defectos; y con ese egoísmo tribal  que nos caracteriza, hemos permitido y seguimos permitiendo que nuestros gobiernos estén entre los más cavernarios de América Latina. La esclavista clase alta peruana odió y odia a Chávez tal como odió y odia a Bolívar.
Pero cuando hablamos de nuestra solidaridad con el proceso venezolano en las buenas y en las malas, no podemos dejar de recordar la advertencia de César Vallejo: cuídate del leal ciento por ciento. Cuídate España de tu propia España. Nuestra solidaridad con Venezuela no es, no debe ser ciega. Somos solidarios, no hinchas. Debemos ser conscientes, no integrantes de barras bravas.
Podríamos decir entonces Cuídate América Latina de tu propia América Latina. Cuídate Venezuela de tu propia Venezuela. Cuídate izquierda de tu propia izquierda.
Pero esa posición crítica, que debe hacer el balance de las políticas públicas que las izquierdas latinoamericanas y los denominados populismos han hecho desde los gobiernos de Perón, Allende, Siles, Goulart y el primer García,  con similares consecuencias de inflación y desabastecimiento para nuestros pueblos, esa posición crítica, no debe significar indiferencia. Mantenemos una total solidaridad con la Venezuela de hoy y con su pueblo.
Acabemos con ello. No es el tema de esta noche.
Es la hora de recordar a Hugo Chávez. Rememorar su heroísmo civil (siendo militar) y su martirio. Es la hora del apoyo a las luchas diarias que los compañeros venezolanos libran en defensa de su revolución, que vemos como la nuestra. Estamos y estaremos con ustedes. Y decimos con ustedes: ¡hasta la victoria siempre, Comandante!



[1] Datos de la embajada venezolana en México.

jueves, 3 de marzo de 2016

El outsider falso



Hector Béjar


La vieja generación de políticos la está pasando muy mal. García, Flores, Toledo, PPK, Flores Araoz, van camino del desván de las cosas inútiles. El proceso electoral del 2016 puede estar señalando el fin de un ciclo político, de una generación de hombres y mujeres que están en el sistema desde la Constituyente de 1979. Alan García fue diputado en los ochenta y Lourdes Flores saltó a la política defendiendo a los bancos en 1985. Toledo irrumpió en los 2000 cuando encabezó electoralmente la oposición a la re reelección de Fujimori, cuando Keiko era la “primera dama” de la dictadura.

EL FALSO OUTSIDER

Ahora Julio Guzmán se anuncia a sí mismo como “el outsider”. Es el intento de quienes manipulan el sistema para sustituir a la generación que se va irremediablemente por otra que siga haciendo lo mismo. Guzmán sería un rostro más vendible en términos mediáticos que la hija de un ex presidente encarcelado por crímenes de lesa humanidad y corrupción. Cambiar para no cambiar.
Guzmán no es ni nuevo como dice ni reformador del sistema como pretende.
Según César Hildebrandt, Julio Guzmán ha sido consultor del Banco Interamericano, Viceministro de la Producción, Secretario General de la Presidencia del Consejo de Ministros, socio de la consultora Deloitte & Touche, consultora privada del Ministerio de Salud, la Presidencia del Consejo de Ministros, el Poder Judicial y el MEF, militante o por lo menos asiduo participante del Partido Nacionalista bajo los auspicios de Nadine Heredia e inquilino del “vientre de alquiler” llamado Todos por el Perú, partido fantasma de Drago Kisic y Gonzalo Aguirre, de la consultora Macroconsult. Para inscribirlo pretenden hacer creer que el partido existe. Guzmán es una creación mediática y su partido, una invención. Pretende entrar al sistema sin DNI, pateando la puerta.
Guzmán ha dicho que la consulta previa no le gusta. Aguirre ha afirmado que el trabajo de los jóvenes, ya “flexible”, se debe flexibilizar más. Guzmán quiere iniciar relaciones prioritarias con el Israel guerrero y criminal.

LOS YUPPIES EN LA PRESIDENCIA

Esta iniciativa de Macroconsult fue acogida y apoyada por quienes manejan desde hace muchos años el Ministerio de Economía, de Educación y los ministerios de alivio a la pobreza. Ahora estos consultores interesados solo en el enriquecimiento personal ensayarán, si triunfan, manejar la presidencia de la República.
Con Guzmán llegarían a la presidencia los yuppies (jóvenes profesionales urbanos en ascenso social) del pasado reciente que ahora bordean los cincuenta años. Es una nueva generación acostumbrada a parasitar el Estado y a buscar el enriquecimiento personal antes que el servicio al país. No tienen más bandera que la de mantener y mejorar su propio estatus, su situación social.
César Acuña es el empresario cholo emergente. Es un ladrón de textos como otros son ladrones de dinero mediante metodologías diversas. Pero la plata no le cae sola. Él la hizo a su manera desde la provincia y por eso la Lima alta, la de los empresarios grandes, sus abogados y burócratas, lo detesta y hace todo lo posible por desalojarlo de su club exclusivo. No depende de nadie. Como Donald Trump en los Estados Unidos, tiene su propio dinero, no necesita pedir favores porque puede comprar todo en una sociedad donde todo se compra y se vende. Pero su misma presencia de cholo provinciano emergente es inadmisible en el mundo limeño de los malls, los celulares y las cuatro por cuatro. La derecha lo aceptaría solo en un caso extremo, como tabla de salvación. Pero no se encuentra en esa situación. Domina el campo electoral y se da el lujo de ir dividida.
Se reclaman “de izquierda”, cuatro candidatos: Simon, Verónica, Santos y Cerrón. Si ninguno de estos partidos logra superar el 5% en estas elecciones, la izquierda será borrada del sistema político por muchos años. Verónica aparece con mayores posibilidades según las encuestas. Pero las encuestas son dudosas y son parte de la campaña. Mediante las encuestas, los grandes tratan de inducir al electorado hacia el elenco político que la derecha quiere.

¿IZQUIERDA MODERNA?

Quienes promueven a Verónica quieren una izquierda “moderna”. Se ha pronunciado en ese sentido el propietario del Diario Uno. Ignoran que el modernismo, la modernidad, es algo ya superado en el mundo teórico y político, porque lo moderno ha fracasado en todas partes con la ciencia criminal de las armas tecnológicas, la industria contaminante y la agricultura envenenadora de suelos. Lo “moderno” viene del siglo XIX capitalista, del peor industrialismo. Estas son nuevas épocas, requieren de una elaboración teórica mucho más refinada y de una recuperación de los valores que el modernismo despreció y eliminó. No se trata de “modernizar” sino de abandonar los egoísmos, estudiar seriamente el país y retomar los valores de solidaridad, generosidad y amplitud de miras que todo movimiento renovador debe tener. Y el modernismo es más egoísmo, más competencia, más ignorancia, más individualismo.

SISTEMA BLOQUEADO

La derecha está trabajando para una ilegalización “legal” de los inconformes  con su sistema o para disfrutar de una oposición domesticada, alejada de los “malos ejemplos” de Cuba y Venezuela. Moldea y modula el sistema político para que se adecúe a sus intereses. Quiere una democracia cautiva.
En la práctica, el pueblo del Perú ya tiene cerrado el acceso al sistema político. Crece la conciencia de esa realidad, incluso en políticos tradicionales como Ricardo Belmont y Alejandro Toledo que amenazan con denunciar todo el proceso como un gran fraude. Asqueado, César Hildebrandt ha llamado a votar en blanco.
La democracia peruana es, en realidad, una dictadura de las empresas, una autocracia de la concentración mediática que ahora incluye a las encuestadoras; y una plutocracia. En ella, la corrupción no es un accidente de algunos o un mal pasajero. Es una enfermedad crónica, incurable. La corrupción es parte de un sistema en que el total de lo que hace el Estado está privatizado, en manos de todo tipo de empresas, grandes y chicas, que sobornan y son sobornadas.

Es la denuncia de ese sistema y la construcción de una gran fuerza popular la tarea que deberíamos plantear.  Si esa tarea se hubiese iniciado desde la caída de Fujimori el 2000, ahora tendríamos una fuerza popular organizada y una perspectiva viable de gobierno. La situación de hoy es perversa. Estamos pagando las consecuencias de lo que hicimos mal y de lo que no hicimos.