domingo, 13 de noviembre de 2016

Sindicatos y partidos

Una vez más los trabajadores y las trabajadoras organizados que se organizan en sindicatos, se reúnen. Es el XIV Congreso de la CGTP.
El sindicalismo sigue existiendo en el mundo a pesar de sus enemigos neoliberales y capitalistas. Pero debemos reconocer que ha perdido su fuerza, su encanto. Ha sido debilitado no solo por los enemigos de clase sino por los amigos y los sindicalistas mismos. Hay sindicatos fuertes pero corruptos en el mundo. Hay sindicatos debilitados por los patrones que gobiernan el planeta. Hubo, hay y habrá sindicalistas víctimas y mártires. Millones de trabajadores ignoran todavía lo que es un sindicato.
Las tareas son enormes. En el Perú el sindicalismo es un bien nacional, es necesario; no solo para luchar por dignidad y un nivel humano de vida para todos sino para mantener viva la idea de que es posible una sociedad justa donde no haya explotación del hombre por el hombre.
La CGTP forma parte de esa esperanza. Su fundador José Carlos Mariátegui enseñó a los trabajadores que es posible y necesario construir un frente único donde todos los trabajadores, todas las trabajadoras, luchen unidos en torno a sus intereses inmediatos.
Pero Mariátegui no se quedó en lo inmediato. Sabía que la liberación de los trabajadores no depende de los sindicatos sino de la revolución socialista. Y para ello, además de la CGTP, fundó un partido.

Las ideas de Mariátegui siguen vigentes gracias a sus enemigos que persisten en mantener una sociedad de explotación. Por eso, mientras la sociedad explotadora exista, no hay ni debe haber contradicción entre revolución socialista, reformas de sentido socialista, sindicato y partido. Los sindicatos nutren a los partidos revolucionarios con su aporte masivo y sus plataformas de clase. Los partidos revolucionarios nutren a los sindicatos con sus ideas. Ambos, sin embargo, tienen la obligación de respetarse mutuamente, inter influirse, tratarse como hermanos. Incluso los partidos no revolucionarios están y estarán presentes en los sindicatos mientras sean parte del pueblo. Lo peligroso sucede cuando los partidos se disputan las direcciones sindicales como su fueran presa o botín. O cuando los líderes sindicales renuncian a las ideas revolucionarias para entregarse a la burocratización. O cuando los partidos se dividen y llevan sus divisiones a la clase trabajadora. Estos errores han sucedido y suceden en nuestro país. Esta difícil relación entre sindicato y partido está, reconozcámoslo, en el fondo de la crisis sindical. El burocratismo adormece a los sindicatos, el sectarismo divide a los partidos.  Trabajemos para superar esta contradicción en las direcciones sindicales y en las bases populares. Los sindicatos deberían ser base, columna vertebral y sostén de la organización popular, única garantía de defensa del pueblo frente a sus explotadores. Los sindicatos no son ni deben ser un botín. Son un gran espacio donde todos los partidos que quieren identificarse con los intereses históricos del pueblo pueden convivir ayudando en una construcción común que es parte de la liberación nacional y social.

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