jueves, 8 de diciembre de 2016

MAFIAS Y PLEBE: EL PERÚ REALMENTE EXISTENTE




Héctor Béjar

LA GENTE

Viajo en un auto colectivo de Chosica a Lima. El auto está lleno. Vamos cuatro pasajeros en el asiento trasero y dos pasajeros acompañan al conductor en el asiento delantero. En una pista estrecha de dos sentidos llena de huecos,  el vehículo va a más de 100 kms. por hora. Observo el velocímetro y digo al chofer: señor ¿no le parece que usted está manejando de manera peligrosa? El chofer no responde, solo mira al frente mientras zigzaguea en la pista adelantando a los otros autos. El pasajero que está a mi derecha me interrumpe: ¿y a usted qué le importa? Es claro que me importa, replico. Usted y yo podemos morir. Me interesa llegar a mi destino sano y salvo. Insiste mi compañero de asiento: oh señor, estamos apurados. Además usted y yo tenemos que morir en algún momento.
Voy en un ómnibus. En los asientos delanteros escucho la conversación del conductor y su amigo. Comentan los atropellos en carretera. El del lado le aconseja al que va al volante. Si atropellas a alguien, mejor remátalo, déjalo bien muerto. Si queda inválido, tendrás que mantenerlo toda tu vida.
El desprecio por la vida, la propia y la ajena, forma parte del Perú de hoy. Total, tenemos que morir algún día, es el comentario de los que instalan sus casuchas en las puntas de los cerros, al borde de los ríos, en el cauce de los huaycos que pueden barrerlos con las crecientes del verano.
Una especie de cínica resignación.
En una avenida de alto tránsito se malogra súbitamente el auto que manejo. Bajo desconcertado. Antes que averigüe qué pasó, un viejo auto sobre para a mi costado. Son varios pasajeros. Pienso que se trata de un asalto, me pongo a la defensiva. Pero uno de ellos, me ayuda a levantar el capó, encuentra la falla y pone en marcha el motor. Le agradezco y pregunto cuánto cuestan sus servicios. No te preocupes maestro, es la respuesta. Levanta el dedo pulgar derecho, sonríe, sube a su auto y sigue su camino. El desprecio por la vida va unido a la disposición para ayudar en determinadas ocasiones. Todo va junto.
El paisaje humano de los desfiles escolares revela enormes diferencias sociales. Flacura y talla baja de los chicos de los colegios nacionales. Lozanía, alta estatura en los colegios particulares, especialmente en los barrios ricos. Un apartheid social divide a las ciudades. Barrios extra ricos y cerros polvorientos, sucios, extra pobres. Ya no hay calles en la punta de los cerros, hay que escalar entre basuras, perros vagos, latas y plásticos. Cientos de miles viven sin agua ni desagüe, defecando alrededor de su casa. Millones de moscas y seguramente millones de ratas.
¿Qué significa que no haya saneamiento? En áreas rurales y urbanas, al menos dos terceras partes de peruanas y peruanos defecan en los campos, en las montañas, sus deyecciones van a los ríos y contaminan el aire y las aguas. Los ríos, lagos y lagunas son en realidad desagües o grandes depósitos de desperdicios. Mientras el Perú tenía dos millones de habitantes y dos millones de kilómetros cuadrados, la naturaleza se encargaba de procesar estos materiales. Ahora que somos diez veces más personas sobre la mitad de aquel territorio, el problema es diferente.
Pero eso no es todo. Si uno mira con ojos atentos a la gente en el jirón de la Unión o en cualquier lugar céntrico de Lima adonde llegan familias íntegras de los barrios del cono norte, los puede observar: grandes barrigas en hombres y mujeres, rollos de grasa colgando de los abdómenes, todos bajitos, piernas torcidas, arqueadas, pies con las puntas formando ángulos agudos, uno puede identificar los pasitos del caminar peruano en cualquier parte del mundo. El habla con seseo y el dequeísmo (Yo creo de que dicen los políticos y los ministros). Ropa barata y sucia, de mal gusto. La gente acostumbra orinar y escupir en las calles. La desnutrición y la malnutrición que los acompañó desde la niñez han dejado su huella. El paisaje humano es lacerante y se equipara con el aspecto dantesco de los arenales que rodean Lima, donde las casuchas se amontonan unas sobre otras.
Perú ha tenido un sostenido crecimiento económico hasta la desaceleración de los dos últimos años. En 2000, 3.0%; 2001, 0.2%; 2002: 5.0%; 2003: 4.0%: 2004: 5.0%; 2005: 6.8%; 2006: 7.7%; 2007: 8.9%; 2008: 9.8%; 2009: 1.1%; 2010: 8.8%; 2011: 6.9%; 2012: 6.0%; 2013: 5.8%; 2014: 2.4%; 2015: 3.26%[1].
Un niño o niña se suicida por día.
1300 puntos de venta comercializan drogas en Lima[2].
Entre 300 y 400 mil kilos de cocaína pura son exportados por año.
6000 celulares son robados por día y vendidos en los lugares de venta de cosas robadas que abundan en el centro y los barrios de Lima[3].
40% de los establecimientos escolares son inhabitables.
Un millón doscientos mil son ninis o neet[4], jóvenes que no estudian ni trabajan, ni se encuentran en entrenamiento laboral.
Cada año se practican 371,000 abortos clandestinos en las peores condiciones de higiene, la mayor parte de adolescentes pobres[5].
Perú tuvo el último lugar en todas las categorías entre los 64 países que participaron en la prueba PISA de 2013[6]
Entre enero y setiembre de 2014 los sicarios asesinaron a 288 personas en el Perú, una muerte por día. En su mayoría los sicarios son jóvenes entre los 14 y 25 años y matan por un pago promedio de 300 soles[7].
Por lo menos un millón y medio de personas padecen alguna enfermedad mental[8]

BIENES Y MALES

Nuestros grandes bienes sociales son muchos y están entrecruzados con nuestros males. Entre los bienes podemos mencionar nuestra multi e inter culturalidad: somos todos distintos, de colores diversos, formas de hablar diferentes en que el quechua y el acento provinciano persisten a través de las generaciones; la valentía de hombres, mujeres, niños que sobreviven a la desocupación y a las inhumanas condiciones de trabajo; la creatividad se manifiesta mediante el recurseo, nueva palabra del lenguaje peruano en una lucha maleva por la vida, que a veces significa robo astuto; las redes familiares de supervivencia y migración interna y externa se expanden al tiempo que las familias se deshacen porque los padres abandonan a las madres y a sus hijos; la capacidad para migrar y retornar pequeños capitales al país a través de las remesas que obtenemos de los países ricos, o de Lima hacia las provincias, persiste aun en medio del estancamiento europeo. Redes de solidaridad familiar o provinciana se extienden por todo el país.
También surge la cocina antes esclava y pobre ahora convertida en producto internacional; la reivindicación del pisco como bebida nacional; la comercialización y venta del Cusco antes menospreciado, convertido ahora en un saturado centro de atracción turística mundial; la presencia de una miscelánea de personajes famosos: Vargas Llosa, Sofía Mulanovich, Kina Malpartida, Gastón Acurio, Juan Diego Flórez, las chicas del vóley femenino, Claudio Pizarro, Paolo Guerrero, Magaly Solier, Claudia Llosa, Susana Baca, Tania Libertad. Incluso la repudiada Laura Bozzo, triunfante en la televisión basura mexicana.
En el culto a esta entidad abigarrada y multiforme que es a la vez identidad, se encuentran el orgullo del pueblo y la pedantería de las clases altas. Esta especie de vanagloria nacional ha reemplazado al pesimismo de los ochenta; pero  ignora los males nacionales o subestima las tareas imprescindibles de educación, democratización y civismo de las que se habla a veces sin adoptar ninguna tarea nacional concreta. Un país existente pero ignorado hierve debajo de esta realidad. La sociedad peruana tolera o mira a otro lado cuando sabe que los problemas no tienen solución.
Los grupos y personalidades que emergen de este hervidero social forman un lumpen empresariado, una lumpen burguesía, una lumpen política y un lumpen periodismo. La búsqueda a veces desesperada por la subsistencia en los sectores populares o por el mantenimiento de un alto estándar de consumo en los sectores altos coexiste con el tráfico de armas, de drogas, de personas, especialmente niños, mujeres, trabajadores y migrantes. Todo es objeto de compra y venta, casi todo ha sido cosificado para convertirse en objeto de transacción, incluyendo la inteligencia, el talento, las habilidades de todo tipo, los cuerpos de niños y mujeres, la vida privada, la intimidad, la conciencia, todo es producto de mercado. Mientras se oculta el gran manejo del poder, la manipulación de las grandes decisiones, se exhibe la alcoba, lo íntimo. Es una censura a la inversa. Lo que debiera ser público y transparente se hace privado y oculto, lo que debiera ser privado se exhibe al morbo público.
No es casual que la literatura de supermercado utilice la vida privada como atractivo para la venta de best sellers que incluyen un strip tease de los autores, un desnudarse ante el morbo público. Son los casos iniciados por Vargas Llosa en La tía Julia y el escribidor o Elogio de la madrastra y llevados al extremo por Jaime Bayly en No se lo digas a nadie. Este tráfico de intimidades coexiste con el de personas que complementa las realidades de los pobres con las necesidades de los ricos. El morbo popular ávido de escándalo es satisfecho en los programas políticos de los domingos en la noche. La televisión chorrea sangre en los noticiarios.
Hay un problema de salud mental que se expresa en los crímenes horrendos y su utilización comercial por los medios, un problema que abarca a quienes cometen los crímenes y a quienes trafican con ellos y gozan mirando. Drogas prohibidas y penalizadas formalmente, son distribuidas de manera masiva y consumidas en forma creciente en escuelas, universidades, barrios pobres y balnearios ricos: mientras la cocaína activa a los ejecutivos, el crack distrae o anula a los marginados.
El Perú es un país de padres desertores e hijos abandonados, un país sin padres. El 7% de 32 millones de peruanos es decir 2 240 000 tienen más de sesenta años y cuando conmemoremos los 200 años de la independencia serán cuatro millones, pero no tenemos política pública destinada a los adultos mayores porque ellos son nadie a partir de los sesenta. Son discriminados en el empleo, ya no pueden abrir cuentas bancarias ni recibir créditos. Los ancianos comparten las esquinas con los niños pidiendo cualquier cosa. En 2060 seremos 51 millones pero no tenemos políticas de distribución de la población ni acondicionamiento territorial. ¿Dónde se ubicará toda esa gente?
Solo hay 750 psiquiatras para atender a 32 millones de peruanos y peruanas, es decir solo uno por cada cuarenta mil habitantes[9]. Una persona, generalmente niño o adolescente, se suicida al día, víctima de la depresión, sin encontrar salida a los abusos o el abandono que sufre, ignorado por una sociedad indiferente[10].
Un país cuya población vive al día, un PBI que crece impulsado por los precios externos y no por la producción nacional, una destrucción sistemática del medio ambiente que alcanza al 4% del PBI según cifras del Banco Mundial; una “plebe” en formación…a no sabemos qué, una anomia generalizada y estructural que atraviesa verticalmente el sistema social, unos cuantos grupos económicos emergentes ligados en su mayoría a líneas de actividad sospechosas. Un clima de malestar y protesta en la Amazonía y el sur andino que se expresa de vez en cuando en manifestaciones y huelgas estigmatizadas desde el sistema oficial, una Iglesia dividida por un neo fundamentalismo cavernario, mientras las sectas fanáticas de todo tipo avanzan sostenidamente entre los más pobres lideradas por predicadores milagreros; un sistema de salud precario y un sistema educativo pobre y comercializado, eso es el Perú hoy. Éxito de algunos, emergencia de otros, sacrificio de los más, segmentación social, fragmentación, exclusión. Malestar latente, protesta eventual, indiferencia constante, alienación generalizada.
Con todo ello, nos encontramos entre el desafío y la posibilidad de convertirnos en una raza cósmica, hablando a la manera de José Vasconcelos, es decir una potencia interétnica e intercultural que reivindica a su manera sus orígenes precolombinos o la realidad cotidiana que absorbe la parte consumista de la tecnología contemporánea en forma de computadoras, cabinas públicas, juegos electrónicos y celulares inteligentes. Un caos racional con la racionalidad del desorden mafioso, nos impregna cada vez más desde arriba hasta abajo; y al saquear y contaminar la naturaleza, amenaza nuestra subsistencia como país. Este proceso de modernización se desarrolla en los tiempos de usura, guerra, competencia y egoísmo que caracterizan al mundo de hoy.

El comportamiento anómico del nuevo proletariado
Muchos peruanos pobres tienen todavía la cultura de los siervos coloniales dependientes y seguidores de los señores, cultura que coexiste con un afirmado individualismo. La colonia persiste, vive entre nosotros. Mientras el antiguo proletariado reivindicaba su posición de clase diferenciándose orgullosamente de la burguesía, este nuevo proletariado no está dispuesto a la lucha de clases sino al ascenso social individual y a la filtración del sistema por todas sus hendijas y agujeros. No quiere ser proletariado, quiere ser como ellos, como los grandes. Y ahora mismo.
En las clases altas, ser rico ya no es ser burgués porque la clásica cultura burguesa ya no existe. Ser rico en el Perú es consumir bienes no necesarios, exhibir el lujo, afianzar la discriminación social, pisar fuerte y gritar o matar si es preciso hacerlo. El puritanismo del cual Weber habló como el soporte del capitalismo europeo y norteamericano, aquí no existe. Las bibliotecas han sido reemplazadas por los equipos de sonido, los celulares inteligentes o las pantallas de plasma. Las 4 X 4 son dueñas de las calles. Los restaurantes de lujo están llenos de clientes. Los que pueden, comen bastante, hasta hartarse. Pero las ideas no han cambiado. La mayoría de los ricos peruanos de hoy conservan la mentalidad esclavista del siglo XVIII que coexiste en su conducta, sus odios, prejuicios o temores, con su moderno consumo del siglo XXI.
Por eso usamos el término plebe en su sentido de extensa e informe marea humana que cubre varias clases sociales, los pobres y los ricos; en su significado de indefinición transitoria en el proceso que lleva a una realidad social cuyas características finales, si es que existen, no podemos prever. Plebe pueden ser a la vez los pobres y los ricos, porque también hay ricos escondidos entre la masa de los pobres. A la vez, abundan los pobres morales en el mundo de los ricos o también la pobreza de las familias venidas a menos o desplazadas por la competencia, se oculta tras los muros de las mansiones en los barrios de las clases altas.
En nuestro caso, anomia equivale al hábito de transgredir las reglas y, en frecuentes casos extremos, al analfabetismo ético, a la ceguera o incapacidad moral. La incapacidad de aceptar los errores, admitirlos y pedir perdón. La tendencia a justificar y defender de cualquier manera el propio comportamiento abusivo, equivocado o corrupto. Este tipo de anomia no es inmoralidad sino amoralidad. Tratándose de los grupos emergentes es el empuje hacia arriba, sin escrúpulos. En el caso de los políticos del sistema, es el abierto e impune robo de los fondos públicos. En los sectores populares, es el difícil ajuste a una modernización acelerada, forzada y extraña, que ha roto los viejos valores de las sociedades tradicionales urbanas y campesinas para imponer los antivalores del capitalismo achorado. O también puede ser definida como la imposibilidad de practicar una ética que es inaplicable mientras no se realicen modificaciones de estructura que cierren las grandes brechas de injusticia en el pago de impuestos, el acceso a la propiedad, la educación, la salud, la vivienda y la participación en las decisiones del poder.
En este mundo que incorpora a los migrantes provincianos o a los habitantes de tugurios urbanos a un orden de egoísmo y competencia, la anomia (la falta de reglas) es imprescindible para la sobrevivencia, es estructural. Cumplir la ley injusta u obsoleta es de los tontos: equivale a enredarse en una selva en que las reglas las imponen los poderosos. Violar la ley o ignorarla es de los que la saben hacer: garantiza el éxito en la lucha por una vida cuyo modelo es el bienestar marcado por el consumo material pero no el bienser que reside en el civismo, la virtud y la calidad espiritual cuya existencia no se conoce. Ese hábito en el que se socializan los individuos bloquea el desarrollo cívico, hace imposible la ciudadanía como responsabilidad sobre uno mismo y anula cualquier intento de contribución generosa al bien público.

Las causas
Pero ¿de dónde surge esta anomia a la peruana?
De la inexistencia o debilidad de fronteras entre lo privado y lo público al tiempo que de las solidaridades de clanes, clientes y familiares en todos los sectores sociales.
El clientelismo es una institución. Algunos bienes escasos hacen posible la existencia de diversas modalidades de clientelismo: Acceso a puestos públicos; títulos de propiedad para terrenos urbanos; consecución y distribución de alimentos a los pobres; construcción de escuelas; subir de categoría de centros poblados a distritos, de distritos a provincias. Los pares clientelares son los políticos y sus clientes electorales (especialmente para la inscripción de candidatos), los políticos y los empresarios a quienes sirven; los líderes religiosos y sus fieles y devotos, especialmente en las iglesias evangélicas que expanden su dominio en las clases pobres; los políticos y los pobladores que los buscan para su reconocimiento.
El clientelismo tiene relación directa con la sostenibilidad del poder. Han existido en el pasado republicano redes clientelares formadas alrededor de líderes carismáticos como Haya de la Torre[11], Sánchez Cerro. O también alrededor de dictadores como Odría y Fujmori. Y ahora con la red del neofujimorismo de Keiko y Kenyi.
En el Perú existe institucionalizada: la patrimonialización del poder en el Estado (desde el régimen colonial) y las organizaciones sociales; redes clientelares alrededor de diversos tipos de patronazgo religioso, económico o político. La existencia de redes horizontales que no tienen ni filiación ideológica ni lealtad a ningún líder específico, sino que se orientan de distinta manera apoyando opciones políticas aparentemente diferentes, según las posibilidades de recibir beneficios colectivos y no sólo individuales.
Los historiadores nos muestran que desde la colonia concebimos el cargo público como una propiedad personal que sirve para el enriquecimiento particular y la protección de la familia extensa, los clientes y los amigos. No somos, en sentido estricto, una república, porque no estamos dispuestos a respetar la cosa pública. Somos una resprivada, un sistema de depredación y apropiación. Pensamos que lo público es una extensión de lo privado, un territorio a explotar en beneficio personal.

Una sociedad fractal
Por otro lado es una afirmación repetida que somos una sociedad fragmentada. ¿Cómo siendo una sociedad fragmentada podemos ser país? Yo prefiero la idea de que somos una sociedad fractal. Lo fractal es un concepto trasladado de la física y de la teoría de sistemas a la sociedad. Se trata de pequeños cuerpos que se reproducen y son relativa y aparentemente autónomos, separados y distintos uno del otro. Pero tienen características comunes y están comunicados. En el terreno social sucede lo mismo. Cada grupo desconfía del otro y en cada grupo hay un líder que no acepta competencias. Pero todos los grupos saben que son semejantes a pesar de sus diferencias externas porque su comportamiento los identifica. Así un pequeño empresario que evade impuestos porque quiere o porque se ve obligado a hacerlo, puede sentirse identificado con un gran empresario que comete estafas, compra jueces, atropella a policías, discrimina a sirvientes, desprecia a cholos, insulta a negros. Sueña con ser como él y por tanto no está en esencia contra él. Ganar un juicio comprando a los jueces o evitar una multa sobornando al policía son costumbres que sobrepasan las fronteras de las clases sociales y hacen que todos nos identifiquemos en una sola y gran complicidad y estemos dispuestos a unirnos contra cualquiera que denuncie o quiera terminar con este “sistema”. La reacción natural de quien comete una falta es increpar o atacar a quien le llama la atención en vez de reconocer la culpa. Esconder la culpa. Justificar lo hecho con cualquier argumento. O evadir la responsabilidad abandonando a las personas en peligro o a las víctimas de los accidentes o los errores cometidos. Igual si es un hijo, una mujer, una deuda, un compromiso de trabajo o un peatón a quien se ha atropellado. Como lo personal se impone sobre lo familiar, la solidaridad o complicidad familiar tiene el límite del interés individual. La familia puede ser esclavizada o sometida por el padre, la madre o el líder. O puede convertirse en un lugar más peligroso que el ámbito externo.




EL NUEVO PROLETARIADO

En el Perú se va formando un nuevo proletariado que es en realidad, como dijo alguna vez Carlos Franco, una nueva plebe rural y urbana que ya no está marcada en los moldes de la organización industrial, sino depende de quienes dominan y monopolizan el mercado, el comercio y la pequeña producción: confecciones, calzado, muebles, mercadeo de alimentos, venta y contrabando de artefactos, minería ilegal e informal, comercio ambulatorio, producción y distribución de cocaína, ocupación de la ciudad para convertirla en centro de trabajo, mototaxis, taxis, combies, etc. Las mujeres que laboran en las empresas de agroexportación trabajan doce y catorce horas muchas veces en trabajo nocturno y dentro de cabinas de frío. Las niñas y los niños son semi esclavos o esclavos en los lavaderos de oro y las ladrilleras. Los jóvenes tienen que mendigar empleo y trabajar por el salario mínimo en retails, restaurantes y services. Las jóvenes encuentran trabajo en microempresas, en casinos o en la venta del sexo. Cada actividad económica tiene su mafia y cada mafia tiene sus sicarios, adolescentes que ganan plata matando gente por encargo. Educamos una generación de vendedores callejeros, acróbatas en los cruceros de tránsito, mendigos en los semáforos, vigilantes nocturnos que trasnochan y arriesgan la vida para poder vivir, cobradores de combis, lavadores de carros, impulsoras de supermercados, anfitrionas de casinos, niños y niñas que se prostituyen por miles en las calles de Lima y las ciudades de la sierra y la selva; que crecen en un mundo de miseria material y moral. Trabajadoras y trabajadores de los malditos services en la ciudad y en el campo.
Ellos no podrán convertirse en una burguesía porque están condenados al autoconsumo, a vivir al día. Cuando acumulan es casi siempre a un alto costo moral. Para avanzar, para crecer, deberán empujar, ocupar, transgredir las leyes, comprar conciencias y decisiones, es decir, envilecerse y envilecer. Tampoco pueden convertirse en proletariado industrial porque no hay grandes industrias. 


Los agentes sociales
Los próximos años estarán marcados por la segmentación de la sociedad: dos Perú que no están separados sino mezclados, intercomunicados en una sola complicidad. Mafias y plebe. Las relaciones de poder estarán dadas por la / dependencia / subordinación / negociación entre mafias y plebe. Lo que está sucediendo es que una plebe cubre el país homogenizando y superponiendo la multiculturalidad; la anomia cubre el país inutilizando el ya obsoleto sistema normativo y legal y la inútil y corrupta administración de justicia. Los recursos que forman el capital natural estarán en poder de las empresas internacionales muchas de las cuales han formado también un sistema de corrupción mediante la compra de políticos y funcionarios del Estado. Hay ausencia de gobierno entendido como la orientación del país hacia objetivos nacionales, lo que hay son mafias en el poder cuyo objetivo no es gobernar sino lucrar. La política mediática tiene como tarea mantener alienada a la plebe. La política económica es succionadora y sangradora. La política social mantiene tranquila a la plebe, sujetando su voluntad.
Los nuevos agentes sociales dominantes son los grupos, lobbies o mafias empresariales que han penetrado el Estado poniéndolo a su servicio; las empresas explotadoras del capital natural que imponen sus reglas; los líderes o mafias locales; las firmas de narcotráfico; la jerarquía católica fundamentalista; las sectas religiosas que promueven la lucha contra el demonio; y los grupos represores cuyo objetivo estratégico es hacer que el sistema de explotación y control dure muchos años.
A esta red se opone una inteligencia académica, democrática y moderada; un conjunto de partidos políticos fragmentados; una red de dirigentes de organizaciones sociales y femeninas; y miles de activistas dispersos que se unen eventualmente en acciones imprevistas de protesta o demanda. Minorías desorganizadas al margen de un gran conglomerado de indiferencia.



Las posibilidades y el futuro
Proponemos varias alternativas para pensar lo que puede suceder en lo que resta del siglo.
En la Alternativa 1 el sistema de dádivas / promesas / concesiones entre mafias y plebe dura hasta una etapa indeterminada, fuera de nuestra acción. Se produce una consolidación del poder narco en el centro sur selvático y se amplía a la tercera parte del país mientras se consolida el poder mafioso gubernamental central constituido por el catolicismo fundamentalista en el campo religioso político, la red empresarial mafiosa en el sistema productivo, los partidos políticos de la derecha corrupta (distinta de la derecha democrática) y los sistemas represivos. El neofujimorismo es el casquete de esta corte de los milagros. El Perú va desapareciendo o es disminuido como país. Chile captura el sur peruano, lo ocupa económica o militarmente si es necesario, en busca del agua del Titicaca, el gas de Camisea y los recursos del sur andino, mientras Brasil domina los Andes y ocupa económicamente la Amazonía usando el agua que necesita para continuar su crecimiento industrial con la electricidad generada desde los Andes y la selva peruana. El Perú real queda reducido a Lima y el norte agrícola y minero.
En la Alternativa 2 surge un líder carismático neo populista que genera una secuencia de cambios en la relación interna de poder.
La Alternativa 3 es la utópica: se produce una demo / tecno / cracia. Las minorías ilustradas y las tecnocracias operativas liberales logran llegar al gobierno mediante un sistema complicado de acuerdos y concesiones que permite establecer un sistema democrático en lo político y económico, vigilado por las grandes empresas, las potencias mundiales y los organismos represivos internacionales y nacionales. Los movimientos sociales incluyendo el mundo indígena logran articularse de manera no orgánica, al igual que las opciones políticas alternativas (desde movimientos “antisistema” hasta ONG). Hay un “empate” con las mafias. Se produce una negociación y un “nuevo” contrato social, una inestabilidad de larga duración sobre nuevas condiciones más favorables a los sectores populares. Esto pasa por una dura confrontación civil hasta que el sistema represivo es progresivamente desmantelado.
En la alternativa 4 la plebe rica y pobre acaba de invadir los sistemas de decisión e impone sus reglas. Consolida su poder mediante el comercio / contrabando, la producción micro, el arte chicha; el país se plebeyiza, las mafias centrales pierden poder, pero el sistema prebendario continúa con nuevas mafias. Las inteligencias son primero marginadas y luego desaparecen en un mundo anómico que se formaliza lenta y gradualmente.
Puede pensarse en muchas otras alternativas.
Lo importante es decir finalmente que, en estas circunstancias, la supervivencia del Perú como país depende de la habilidad de los sectores democráticos de la elite para comunicarse con los activistas y líderes honestos del pueblo y lograr una coalición mayoritaria orientada a otra manera de hacer país y otra forma de hacer política.
Contra la sociedad egoísta y anómica, debemos oponer la sociedad del trabajo digno, de los servicios sociales para todos sin discriminaciones. La sociedad en la cual cada trabajador y cada trabajadora ven respetados sus derechos y reciben la compensación adecuada a su esfuerzo. La sociedad que hace realidad una democracia de verdad. Pero eso significa reivindicar el rol de la conciencia individual y colectiva. Cualquier alternativa teórica, cualquier modelo económico y político, se echará a perder si pasa por el filtro de conciencias no preparadas o corruptas. La excelencia de la conducta individual, la actitud de responsabilidad ciudadana, es la única garantía de mejora o transformación social. Y eso toma tiempo, largo tiempo…


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[1] Cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática INEI.
[2] Datos de CEDRO.
[3] Datos de OSIPTEL.
[4] «Not in employment, education or training». Datos de la Encuesta sobre la Transición de la Escuela al Trabajo (ETET 2012)
[5] Cifras de la organización Manuela Ramos
[6] PISA, Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE, que comprende los rubros de matemáticas, ciencias y comprensión lectora.

[7] El Comercio 28 setiembre 2014.
[8] Vanessa Herrera, Jefa de Atención Integral de Desórdenes Mentales del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado, 6 oct 2015. El más reciente Estudio Epidemiológico Metropolitano de Salud Mental en Lima y Callao, elaborado por el Instituto especializado de Salud Mental Honorio Delgado Hideyo Noguchi, arrojó una prevalencia actual de depresión mayor de 9,8%, con predominio del sexo femenino y en las personas por encima de los 75 años.
[9] Declaraciones de Carlos Palomino Decano del Colegio Médico 6 oct. 2015. La OMS sugiere que debe haber un psiquiatra por cada mil personas.
[10] Walter Castillo Martell, director del Instituto especializado de Salud Mental Honorio Delgado Hideyo Noguchi, explicó que las conductas suicidas están asociadas a la depresión y se forman desde la infancia. El suicidio es el desenlace fatal de un proceso que en la práctica es también una enfermedad. Algunas personas nacen con la disposición genética para ser depresivos y otros nacen más resistentes, “pero si en la infancia estas personas vulnerables sufren de abandono, descuido o poca atención, tendrán mayor predisposición a desarrollar una depresión mucho más severa”.
El psiquiatra Freddy Vásquez, presidente de la Sociedad Peruana de Prevención del Suicidio, señaló a los diarios que la mayoría de suicidas son varones. Sin embargo, alertó que, en los últimos 20 años, la autoeliminación ha crecido entre los adolescentes de 12 a 14 años, sobre todo en las mujeres.
“Se ha detectado que, en el 30% de esos casos, la violencia escolar, el ‘bullying’ presencial o el ‘ciberbullying’ (a través de Internet) están causando el incremento de los intentos de suicidio. Esto se debe a la masificación de la quiebra de contactos en la familia, la ruptura de los matrimonios, el abandono de los padres en su rol hacia los hijos, la familia ausente, la violencia y otros problemas específicos”.
Vásquez agregó que actualmente la Internet se ha convertido en una puerta abierta al reforzamiento de las conductas suicidas. “Hay ciertas páginas que les dicen a los chicos cómo suicidarse y qué métodos utilizar. Eso es muy riesgoso para la gente que está deprimida o pensando en autoeliminarse”, aseveró.

[11] Puede creerse que exagero cuando hablo de Haya de la Torre como un líder clientelista. No olvidemos que desde 1956, año de su retorno a la legalidad, el Apra pobló al Estado con sus militantes, en el Congreso, las Corporaciones departamentales de desarrollo, el Poder Judicial, las universidades, el magisterio y la seguridad social.